El cristianismo nos ha mentido sobre muchas cosas, y una de las víctimas sacrificiales que ha sido ofrecida en sus altares ha sido nuestra misma historia. Hace 600 años en las Américas, las personas LGBT eran reverenciadas en muchas tribus, o al menos tratadas como seres humanos. La tradición Two-Spirits (ensayo en castellano) hoy ha resurgido entre los indígenas de las Américas, y en México nunca terminó sino que persiste en la tradición de las muxes en Juchitán. En Anatolia y Oriente cercano, sabemos de roles similares como el de las Galli (sacerdotes eunucos o transgénero de la diosa Cibele) y los kedoshim (“los santos”, sacerdotes afeminados de la Diosa del sexo). El historiador romano Tácito reporta que al menos una tribu germánica tuvo sacerdotes transgénero de unos dioses gemelos.
Sin embargo, el mantra persistente entre los cristianos todavía es que “dios” creó “hombre y mujer” y que “el matrimonio siempre ha sido entre un hombre y una mujer”. Esto nunca ha sido cierto, ni siquiera en la tradición bíblica, donde Abraham, por ejemplo, tuvo dos esposas y Jacob tiene sexo con cuatro mujeres, incluyendo dos esclavas, en Génesis 30.
Hoy, gracias a Darwin, sabemos que es mentira que los seres humanos fueron creados por un dios, mucho menos “hombre y mujer”. Este esencialismo platonizado es parte de una ideología conservadora que intenta perpetuar los roles de género. Otro embuste es que la gente LGBT no tuvo ceremonias matrimoniales o relaciones en la antigüedad. En Egipto, hay momias de parejas gays del siglo 25 antes de la Era Común.
En nuestro propio continente, antes del proceso colonial cristiano, hubieron caciques lesbianas con esposas, y caciques varones que tuvieron varias esposas, incluyendo algunas dos-espíritus.
Mucho se ha dicho de las tendencias autoritarias y teocráticas preocupantes que vemos en los gobiernos de Estados Unidos y Puerto Rico en años recientes, sobre todo desde que Donald Trump puso en lugares prominentes del gobierno a jueces y otros funcionarios conservadores cristianos que ni siquiera hacen un intento de neutralidad política y que han reducido nuestra confianza en las instituciones gubernamentales. En este ensayo, quiero enfocarme en los intentos que han llevado a cabo figuras como el gobernador de Florida, Ron De Santis, de negar y re-escribir la historia y borrar la existencia misma de la gente LGBT (y de la comunidad negra). Esto es un caso de estudio interesante en autoritarismo y su tendencia a propagar narrativas falsas de la historia, aparte de ser un frente o campo de batalla prominente hoy en las guerras culturales.
Este tipo de revisionismo se ve en todo régimen autoritario. La agenda de De Santis sigue una lógica bastante familiar de desinformación que siempre hemos visto en las iglesias: una historia alterna y una narrativa alterna deben acompañar los reclamos sobrenaturales que buscan normalizar y sostener sus agendas autoritarias basadas en mitos y embustes. El filósofo Friedrich Nietzsche leyó esta tendencia como parte de la platonización del cristianismo paulino, y la nombró “desnaturalización de la historia”.
Como resultado de las campañas de desinformación modernas e históricas, muchos que estudian el cristianismo primitivo ahora están cuestionando las narrativas popularizadas por las iglesias antiguas y modernas de que los cristianos fueron perseguidos en el Imperio Romano antes de la agarrada de poder que llevaron a cabo luego de Constantino. El canal de YouTube Mythvision tuvo un episodio titulado The Myth of Persecution: How Early Christians Invented a Story of Martyrdom.
Aún si concedemos que hubo algo de persecución, es justificable cuestionar el nivel de persecución que sufrieron en vista a la utilidad enorme que los cristianos han sacado a esta narrativa y los fuertes instintos autoritarios que vemos en los ejemplos contemporáneos de borrar la historia: es enormemente inconveniente para los cristo-fascistas admitir que la Biblia tiene todo que ver con la historia del racismo, la esclavitud y la segregación, y ni hablar de las verdades inconvenientes de la historia LGBT.
Por todas éstas razones, y sobre todo para defendernos de las amenazas de autoritarismo, nunca ha sido más importante que nos eduquemos sobre la historia. Mientras en el estado de Florida los cristo-fascistas han logrado cancelar marchas LGBT y re-inaugurado la tradición de la Edad Oscura de prohibir libros, aconsejamos a todos que busquen y regalen libros de historia LGBT y negra, que muerdan el fruto prohibido del conocimiento y que narren éstas verdades inconvenientes.